31 mayo 2005

EL POEMA CORTO

Su brevedad es mundo con instancias ajenas.
Luego del puente tendido desde Occidente, no queda más que cruzarlo, y sí, llegar al otro lado, a ese otro lado donde la síntesis no es resumen, es frontera que abre nuevos espacios, intersticio que opera al contrario del límite, la tierra que se nos abre en pleno, de frente, más lejana que el horizonte.
He aquí nueve ejemplos de ello:
Guanajuato en un marco


Bufa el bufón y Don Cuévano cueva
Granada en diminutivo y plural
su Truco consiste en ser siempre un espejo.
Sofía a finales de mayo


Está lloviendo.
Llueve y al mismo tiempo el sol nos alumbra sin piedad alguna.
¡Cómo me gusta tu ciudad bonita!
(Antes del destino) Sur o de aquella playa que miraba desde una foto


El viento que tocaba tu cabello
apagaba mi cigarrillo.
Era aún el tiempo de espera.
(Antes del destino) ...mi soledad y yo o del plagio permisible

Yo sólo sé de cierto
que toco tu boca.
Somos el mismo desolado instante.
(Durante el destino) Oda al papelito arrugado o del impulso certero


Te intuyo
marco un número apenas legible
tenemos una cita nuevamente.
(Durante el destino) 34b o de la humedad perenne


Tanque de oxígeno
y banderita de conquista
para este explorador.
(El destino) Leo Virgen o de la vuelta a la Rueda Animal


Dame un poco del poco sol que no tenga
sabe tu hombro saciar mi hambre.
En nuestro caso el oro le pertenece a Mercurio.
Rue de Lombards


Por el humor se sabe dónde está el juego
por el amor se sabe dónde está el fuego.
Basta con eso para escribir novelas.
(Una a nombre de Vivian Abenshushan)


¿Por qué ante una langosta,
un pulpo, una estampa del diplodocus,
nadie exclama que la naturaleza está loca?

19 mayo 2005

Viejo, no estoy en Los Lobos pero casi. Esta cita busca llegar a vos:

Ahora que usted recuerda eso, hay en muchas partes de lo que escribí una cierta identificación de la mujer con la Virgen María, es decir, una lejanía metafísica de la mujer que no se va a destruir nunca y que, entonces, se trata de borrar de algún modo con el instrumento de la palabra. Es decir, yo estoy lejos de ti, pero mi palabra tal vez esté cerca de ti.

Rubén Bonifaz Nuño, entrevistado por José Ángel Leyva.

14 mayo 2005

Luego vendría la desrayuelización

Rescatar viejos textos... éste tipo de procesos siempre serán interesantes, sacarle polvo al baúl del ático (donde suceden cosas extrañas por las noches) y sentarse toda una madrugada (mientras la nena llora y entonces hay que ponérsela en brazos) en bata y con una pipa (imaginaria, desde luego), hacerse un café, el silencio de la estancia anunciando un fascinante encuentro.

Y entonces leer viejos escritos como éste (me parece que es un texto que hice para leérselo por teléfono a una chava que me recordaba al personaje de la Maga (lo rescato más por comprender mi escritura desde instancias marchitas que por rendir tributo a alguien del pasado)):


Algún día te regalaré Rayuela. Te leeré, antes, todo lo subrayado que, en gran medida, fue un acercamiento cara a cara contigo. Te haré entender, si de algo sirve, esa punta de cielo que tan lindo se te da y que ni te das cuenta. Te lo explicaré, te lo traduciré aunque probablemente no llegues a entenderlo.

Mientras, queda ésta noche y su obscena memoria. María, me traes el temblor y la calma, la mirada fija de un gato, la madrugada de todas las noches, ahora es todas las noches, y como siempre, tú, desde ese río de mercurio, agitas las manos ahogando mi voz.

Maga, Maga de costa, lo más absurdo es pensar que te encontraré a finales de todo octubre a la vuelta de Lascurain de Retana o en una de esas calles todo limpieza y bombones que tanto te gustan de Coyoacán, como si no fueras la misma en cualquier encuentro y en cualquier final, como si no siguieras aún en el asiento4ventanilla aproximándome un ápice de cielo y por ratos, alguna galleta. Maga María terrible, terrible flaca, somos el fiel de la balanza soportando todos los mundos, tu tacto imposible es mi río patafísico. Somos en la noche de Idumea, el juego de espejos frente a frente, el cristal roto perdido en las fauces de un leopardo.

No me haces falta, y sin embargo, arde todo en derredor, voy perdiendo el cabello y el suelo frío de todo despertador me regresa a la realidad, realidad luces amarillas y encabezados de periódico, realidad Beatriz Berenice, realidad dentífrico.

Arrullada en el atril,
propietaria de octubre,
dadora de vida:
sólo contigo comprendo lo inimaginable,
el escarnio, la duda:
sólo contigo puedo ser a través de ser otro,
mirarme en una rúbrica violeta,
romper el aire como esa mía, tuya, nuestra, falena eterna.


Después regalé todas las ediciones de Rayuela que tenía, busqué otras formas de escritura y bueno, hoy en día extraño ese libro, así que si alguien me lo quiere regalar no me importaría gran cosa.

11 mayo 2005

HERE (HEAR)

éste poema lo rescato como brindis alternativo al nacimiento de mi bella Sara Sofía que duerme plácidamente en los brazos de su hermosa mami:


para C. Z.

¡Oh balbuceo en la tiniebla, duelo
de musgo y de leopardo y de gemido,
desesperada imitación de cielo!
El simulacro, J. Cortázar



Aquí. Todo callado y quieto. Todo resonancia de pétalos volando. Todo aves empastadas y flores dibujándose desde la bocina de la vieja Gradiente, You're driving me crazy (Within the pleasure of your absence). Y un portarretratos. Y una carta inconclusa. Y un cigarrillo. Ventana abierta. Recibos de luz. Televisor desconectado. Mesita al centro. Humo. Siguiente jazz-album.

Aquí. Espacio de unísonos. De unívocos. De tacto en el vacío. Soy yo-viendo las estrellas que no pueden verme. Ansioso de acceder a ti cruzando la viga. Desprovisto de sombras. Without any sense. Meaningless.

Da la impresión que muero apenas te nombro. Ser impronunciable. Ser de la ignominia y de cruenta naturaleza. Primero amor original y luego contrapunto. Fuego con resquicios de tablero infinito. No puedo probarte a pesar de saberte. Mangle seco. Eufonía resonando en la memoria del aire. Aquí: una especie de nostalgia divina, sin imagen alguna de por medio.

Te deseo. Sí. Pero no inutilmente. No en seda y transaprencia. No en humedad ni tierra negra. Te deseo dentro. Ni desde ni hacia sino entre. Más allá de Minerva. De la gran Ella -it's a new kind of love at first sight-. Del blues sin tiempos de la noche sexual. Nada. Simplemente haciendo al aquí allá-todo-reticente-y-en-movimiento. De frente a mí. Gato. Con un lenguaje jamás pronunciado y que apenas lo hagamos nos mate. Nos expulse del allá-paraíso. Haya. Aya. Halla. Para reir como estúpidos. Para entender y abrazarnos frente al estanque de los flamencos. Buscarnos entre las plantas del jardín de la Sra. Viterbo. Besos con risas. Sorprendiéndonos el sueño en el sofá ya de madrugada. Y Ella-

-with a song in my heart
I'll behold your adorable face
just a song at the star
but it soon is a hymn to your grace
when the music sweats
I'm touching your hand
it tells that you're standing near
03.12.2003 / MxDF

10 mayo 2005

(y sólo escribo)
suave patria, la del brío de la noche
sin horizonte alguno,
al horizonte se lo tragó un maullido
o un susurro, suave patria la del cómo nocturno.
Ahora, suceda lo que suceda
será aquello que pasa bajo el consentimiento de la noche,
pasa y no,
sucede y no,
seduce.
En el encuentro con el olvido
la noche forma el poema del recuerdo.

(DAR CLICK AQUÍ: http://kinestesia.blogspot.com/2005/05/aqu-es-ese-otro-lugar-sin-geometras-ni.html)

08 mayo 2005

A los guanajuatenses

Recuerdo mi primer contacto con Guanajuato. En general fue como se espera que sea todo gran recuerdo, con la diferencia de que a tantos años de distancia no ha habido añadidura alguna, no ha habido modificación de lo ocurrido. Desde que estuve ahí, en esos primeros instantes, supe de inmediato que algo en mí había hecho contacto, no sé con qué, sólo sentí un arrebato de nostalgia, una ruptura en mi propia cronología: nada habría de ser lo mismo luego de esa visita.

Hago énfasis en que esto no sólo es un recuerdo sino también un recuento de hechos. Salí por la tarde de la Ciudad de México y llegué a Guanajuato de noche. No había viajado gran cosa en mi vida hasta ese momento, por lo tanto, conservaba aún esas formas de ver de un niño. Hasta la seca y monótona carretera después de Querétaro me maravilló. Ni qué decir al llegar a la central de autobuses para de ahí tomar un urbano para el centro de la ciudad. El urbano se llenó como sólo las líneas 2 y 3 del metro del DF en horas pico. Había Cervantino. En gran medida no tenía idea de qué era a lo que me estaba dirigiendo.

Al entrar a Guanajuato por la Facultad de Química y luego por Pastitos, mi noción de certidumbre se alteró por completo, supe de inmediato que algo se había roto y que no volvería a ser igual, una serendipia, un lucky-strike, un vacío en la continuidad del tiempo... Guanajuato de noche con sus múltiples luces encendidas en tan accidentado relieve... Tiempo después supe que a todos nos había impactado así Guanajuato en la primer visita... Es la ciudad a donde regresa siempre la mirada de los niños.

Era 1998. Tres años después ya estaría viviendo ahí, con todos los proyectos del tipo de gente que modifica sus rumbos sin mayor problema.

Toda clase de pasivos e inmóviles anécdotas sucedieron durante el tiempo que estuve ahí, en la universidad, en las plazas, en la tinta, en los cafés, en el fraccionamiento San Javier que es donde residí (para un citadino como yo, el hecho de vivir en una calle llamada Matavacas (¡donde varias veces vi vacas pastando!) con una pronunciada subida, detrás de un castillo (de Santa Cecilia) y a unos pocos pasos de un cerro oscuro y con varios cebúes, fue lo suficientemente redituable para tenerme hechizado varios años), incluso en algunas visitas al DF me gustaba presentarme en los bares del centro o de la Zona Rosa como guanajuatense de toda la vida al grado de imitar el acento local.

Hoy, veo a mi hija de 5 días durmiendo a mi lado, a mi novia observándola con esos ojos tan felices y tranquilos que en nada se parecen a los de esa otra ciudad: nuestra primer charla fue en el Paseo Madero acerca de los defectos que veíamos en Guanajuato, lo mucho que, sin percatarnos, echábamos de menos los grandes centros comerciales, las amplias banquetas, las inversiones térmicas y el surtido menú de estaciones de radio, Acapulco y el DF nunca estuvieron tan lejos realmente.

Hoy, ellas son el significado de aquel primer latido en el urbano del '98. Hoy, sé que aquello que no supe en aquel instante era esto: sentir sus respiraciones, seguir por la vida a través del conocimiento de ellas (hay tanto qué comunicarnos), amarlas a cada mañana porque sé que voy siendo mejor padre, novio e hijo que el día anterior.

Sé que estoy en el suspiro interminable. Escuchar Interludio de Mikel Erentxun o Qué no te daría yo de Alejandro Sanz no es en vano. Nada es en vano a estas alturas, nada lo fue ni lo será. El humo que despiden los cigarrillos se suspenden en el cielo y forman grupos de cirros. Una bocanada me saca una sonrisa, como la de la foto de Alain Summers en Embajadoras, como la que mi amigo Alejandro Palizada ha de estar haciendo en estos momentos en la facultad de filosofía, como aquella vez en que Claudia y yo estábamos borrachos en un bar del centro y entonces ella jugó a que fumaba, agarró un camel y lo fumó tan mal que por esas cosas me fui enamorando cada vez más de ella: fumaba mal porque no le interesaba hacerlo bien, se vestía discreto a pesar de tener un cuerpo tan bien torneado porque no le interesaba lucirlo a cualquiera, era callada en las clases porque al momento de los trabajos era cuando mejor hablaba, Guanajuato sí que me queda lejos ahora, realmente, evidentemente, literariamente, el Jardín Unión me hace extrañarla a veces, esa propia ciudad-luz de bolsillo, mi salto a la oscuridad, mi ciudad de la mirada que se reencuentra.

Callo la voz citándome a mí mismo en una carta que le mandé hace un tiempo a Nicolás Cabral: Pienso en Guanajuato como una especie de Naim irregular a la cual basta mirarla y cerrar los ojos para comprender, para caer de boca ante su encantador vacío, ante esa magia imperante que se corresponde entre ella y nosotros: no existe si no la escribimos, no se contempla si no la soñamos, no habla si no la paseamos, es la obsidiana perfecta, el más obvio jam-session para la arquitectura nacional. No es ciudad de bajas pasiones, mucho menos jinete que arriesga la vida, es tan solo la certeza de un territorio propio, unísono, fantástico -como el de la poesía-, todo ello por ser nuestra ciudad ajena, nuestro ardid, nuestra duna virgen. Nuestra isla. Nuestro París. Pero tu Guanajuato no tiene que ver con el mío, eso es seguro.

07 mayo 2005

Monólogo previo a la voz

Llevo ya tanto tiempo de no probar
palabra alguna fluctuando por los bordes de la isla.

La noche reposaba en mí:
a la sombra, mis ojos lucían honestos:
mi vista fija en el signo:
la noche iluminó el siguiente paisaje:

Verdeaba vereda el vocablo
velaba con vela a las balsas
que aún no viajaban con rumbo a la bajamar.

En el descenso de la senda
deseaba ser sabia la idea
como sólo sabe la sed hacerlo.

Apresada en la piedra
la práctica prendía prístinas pronmesas
la palabra abría el precio del presente.

Llevo ya tanto tiempo de no probar el presente
en lugar de ello hay vigilia
vigilia de náufrago
ese punto donde todo hombre ha de encontrarse
inmemorial y verdadero
previo a la voz
todos somos uno previo a la voz
habla escritura habla
mutismo idea mutismo.

La noche reposaba en mí:
a la par que el hombre prendía fuego en silencio:

Silencio, sí, y no ausencia.

Pesado pedazo pensado.

Previo a la voz
sólo el pensamiento
sólo una vuelta de tuerca al yo
without time without space
without you.

No puede haber presente sin palabra
sea acaso eso la rueda de los orígenes.


Así, en cada monólogo previo a la voz
seremos, de nuevo y siempre, en la isla.