14 mayo 2005

Luego vendría la desrayuelización

Rescatar viejos textos... éste tipo de procesos siempre serán interesantes, sacarle polvo al baúl del ático (donde suceden cosas extrañas por las noches) y sentarse toda una madrugada (mientras la nena llora y entonces hay que ponérsela en brazos) en bata y con una pipa (imaginaria, desde luego), hacerse un café, el silencio de la estancia anunciando un fascinante encuentro.

Y entonces leer viejos escritos como éste (me parece que es un texto que hice para leérselo por teléfono a una chava que me recordaba al personaje de la Maga (lo rescato más por comprender mi escritura desde instancias marchitas que por rendir tributo a alguien del pasado)):


Algún día te regalaré Rayuela. Te leeré, antes, todo lo subrayado que, en gran medida, fue un acercamiento cara a cara contigo. Te haré entender, si de algo sirve, esa punta de cielo que tan lindo se te da y que ni te das cuenta. Te lo explicaré, te lo traduciré aunque probablemente no llegues a entenderlo.

Mientras, queda ésta noche y su obscena memoria. María, me traes el temblor y la calma, la mirada fija de un gato, la madrugada de todas las noches, ahora es todas las noches, y como siempre, tú, desde ese río de mercurio, agitas las manos ahogando mi voz.

Maga, Maga de costa, lo más absurdo es pensar que te encontraré a finales de todo octubre a la vuelta de Lascurain de Retana o en una de esas calles todo limpieza y bombones que tanto te gustan de Coyoacán, como si no fueras la misma en cualquier encuentro y en cualquier final, como si no siguieras aún en el asiento4ventanilla aproximándome un ápice de cielo y por ratos, alguna galleta. Maga María terrible, terrible flaca, somos el fiel de la balanza soportando todos los mundos, tu tacto imposible es mi río patafísico. Somos en la noche de Idumea, el juego de espejos frente a frente, el cristal roto perdido en las fauces de un leopardo.

No me haces falta, y sin embargo, arde todo en derredor, voy perdiendo el cabello y el suelo frío de todo despertador me regresa a la realidad, realidad luces amarillas y encabezados de periódico, realidad Beatriz Berenice, realidad dentífrico.

Arrullada en el atril,
propietaria de octubre,
dadora de vida:
sólo contigo comprendo lo inimaginable,
el escarnio, la duda:
sólo contigo puedo ser a través de ser otro,
mirarme en una rúbrica violeta,
romper el aire como esa mía, tuya, nuestra, falena eterna.


Después regalé todas las ediciones de Rayuela que tenía, busqué otras formas de escritura y bueno, hoy en día extraño ese libro, así que si alguien me lo quiere regalar no me importaría gran cosa.

2 comentarios:

paty blake dijo...

eyyy holaaaa aquí visitandoooo :)

Alejandro Palizada dijo...

Hey, tío, esperáte nomás un año en lo que acabo la tesis.