31 marzo 2005

Una tarde un café

Esa vez escuché a Anuar Jalife decirle a Alain Summers: el anacentrismo es la aceptación del cómo la existencia humana está estructurada. El comentario nos cayó como bomba, era la primera vez que alguien le daba una definición a eso que Summers empezó como juego y que ahora, con eso ya dicho, corría el riesgo de parecer cosa seria. Lo más inquietante era lo preciso de la definición, también el hecho de que a Anuar se le haya ocurrido dar el salto que todos los demás evitábamos, incluido Alain Summers.

Luis Felipe Sz salió al quite diciendo que todo juego es precisamente eso: cosa-seria, y que era en ese rasgo conocido como actitud donde podía encontrarse una definición sustantiva. -Claro, un niño cuando juega, lo hace con toda la seriedad posible, solo que esa seriedad es flexible, lúdica, es un plástico con el cual el niño se divierte (estirar-defromar-soltar / estirar-deformar-soltar). Esto lo dije yo o tal vez otro, no lo recuerdo, aún así la cara de Alain me pareció inolvidable, asustada, retadora, indiferente.

La tarde caía. Sólo esperábamos a que Ana María y Claudia regresaran de comprar revistas de arquitectura en el Sanborns para irnos al departamento de Alain. Pero esa cara, tan llena de choque ante éstos mozalbetes que de algún modo continuaban su legado. Ese Alain que rechazó los tratados y le entró a la publicación constante: internet, revistas, charlas en los cafés universitarios y en los arrabales, con su cara afilada, tan inmediata, y ese gesto de duda, de admiración, de aburrimiento.

Alex Palizada salvó el momento (salvar de qué o de quiénes, en lo que a mi respecta me pareció un momento mágico, hermosamente humano, lejanamente gay) y dijo: Seguro que les sucede que hay sensaciones, o más en general: contacto (sensible) con la realidad, que les genera conocimiento en una manera tal que la razón no lo hace. Es cosa sabida: que ahí en esas yemas sobre los libros, en la retina impregnada de luz, en el sonido de autos que ahora cruzan la avenida Masaryk, en todo ello hay una aprehensión incorroborable como no sea el descentramiento. En cierto modo, que yo se los diga produce ese descentramiento, lo que, en otros términos, es develar algo en lo que no habían reparado... aunque no tenga la más mínima importancia. Alain rió un tanto nervioso, ¿entonces había logrado impactar tanto a éstos muchachos veinteañeros, mexicanos, estudiantes de letras, con esos textos que ni él mismo comprendía del todo? Sí, eran anacentristas, eso decía él, pero qué diantres significaba, qué pasaba de ese lado donde termina él y comienza el otro, en este caso, todos estos otros que éramos nosotros.

Yo no me quise quedar atrás con la agudeza vespertina, así que saqué un librito de ensayos de Mauricio Molina y bibliománcicamente leí: Mandala es un libro que hace preguntas sobre el amor, la ciudad, el tiempo, la realidad. Su virtud máxima consiste en que nunca las responde. Formular una buena pregunta suele ser más importante que contestarla. Su apuesta de apertura formal, su compleja imposibilidad de conclusión hacen de Mandala una novela de indagación y especulación. Se trata, en este sentido, de una novela de aprendizaje.

Creo, a riesgo de sonar engreído, que Alain Summerse se dio cuenta que las definiciones acerca del anacentrismo se dan a raudales, todo el tiempo, mucho más fácil de lo que él siempre creyó.

Por pensar en ello ya no escuché lo que Luis Felipe dijo acerca de Julieta Campos. Claudia y Ana María surgieron del cruce con Newton y se dirigían hacia el café con sus bolsas blancas de plástico y esas siluetas tan hermosas. La tarde terminaba de caer. Alain veía entrar a las muchachas. Yo veía a Alain. Anuar pensaba en un gato o una forma esférica. Alex se fue al baño y de paso pagó la cuenta a uno de los meseros.

27 marzo 2005

Acerca de Quodlimán

Con el siguiente texto propongo a los escritores de blog ENSAYAR sus propios textos. Cierto es que cada poema, cada relato, debe contener sus propias reglas para una interpretación que cada quien realice; que lo que no se dice dentro del poema no va a venir a decirse en su ensayo, sin embargo sí creo que compartir la interpretación del autor puede ser valioso, no como indicador de tips para una lectura determinada sino simplemente como charla de amigos en torno a un apropiado café, buena música, final de tarde, palabras.

Quodlimán es un poema del hombre que se busca a sí mismo, no importando si ése hombre es un marinero francés que ha encallado en Vigo, si se llama Bruce y juega al rugby, o incluso si es canciller de la isla de Pascua. Su búsqueda parece ser dejando de lado su identificación social. Su búsqueda se da porque ha sobrevivido a su nombre. Él mismo sabe que una pregunta bien formulada puede más que todas las respuestas, tiene más poder y dominio, la cree reveladora, por eso el dejo de inutilidad que acepta desde el principio (Ah, hombre inútil que sabe leer...) ante las formas de conocerse convencionales: los astros, la investigación científica, metafísica, enciclopédica, etérea, nada de eso le trae una verdadera utilidad, verdadera como contemporánea, o sea, una utilidad mercantil, una utilidad espiritual.

Sin embargo, en el encuentro con Taratuta, algo sucede que le deja todavía menos respuestas (Taratuta es un ingenuo de primera), aunque viéndolo bien, también parece que le da cierto sentido a su tristeza, la refuerza con una profunda satisfacción por la nostalgia del hombre, Taratuta le hace significar ese mood impreciso que se va gestando en Quodlimán, mood como de imperdible derrota, como de cambio de estructura para su clásica forma de búsqueda.

(Taratuta es una novelita medio desconocida de 1989 de José Donoso, en ella queda menos claro aún quién es este Taratuta, al parecer es un mozo español casado con una vieja adivinadora y el cual siempre recibió burlas por su apellido, con lo que vivió siempre en una honda desolación genealógica, de ahí que creyera siempre que eso que dan por llamar identidad y/o destino se daba con la génesis de su apellido. Pero a la vez Taratuta parece ser un bolchevique al servicio del partido y de la causa leniniana, lo mismo atractivo que regordete, lo mismo clandestino habilidoso que ausente de los registros rusos, aunque también todo parece ser la maraña mental del narrador que resulta ser un escritor hispanoamericano radicado en Santiago.)

El poema parecerá oscuro, pero oscura también es la conciencia del yo, del otro, de la unidad, de la centricidad o excentricidad que cada vida es, de la centricidad o excentricidad que todas juntas son, o somos, o semos. Es éste un poema donde se está cómodo con la ausencia de certezas, donde la identidad con lo diverso se festeja nostálgicamente, con una sonrisa en los labios que pronuncian las palabras: tal vez.

22 marzo 2005

Quodlimán

-Tú ¿crees que importan...?
-¿Qué?
-Los nombres. Yelisavetgrad, por ejemplo.
-Sí. Mucho. En muchos sentidos.
José Donoso, Taratuta


Ah, hombre inútil
que lee las piedras esperando señales,
que lee a los átomos y lee al tiempo,
que se echa entera la enciclopedia del azar
y le pone mote a los puntitos brillantes de arriba,
lejos, muy cerca de aquí, nosotros, los nombrados.

Quodlimán, solías buscarte en la forma archisabida,
reflejo celeste,
consecuencia celeste,
desterrado celeste
o perpetuo celeste, Quodlimán,
nombre inútil,
nada te descubría,
sólo eras Quodlimán.

Pilares, pilares del hombre.
El agua a mitad de la roca,
el fuego implotado del viento.
Lee bien lo que te digo:
la razón ritmea, sí,
siempre en lo más invisible.

Pero Taratuta, el inocente,
el que sería capaz de cruzar mar y cielo,
el que alzaría al horizonte mismo como a la tapa del water,
en busca del encuentro, la identidad,
ese inocente de inocencia, de no culpable,
ese pretexto literario para hablar de los temas inagotables,
se acercó a ti y te dijo:
Yo soy Horacio Carlos Taratuta Roserman, personaje de José Donoso, mi abuelo fue un héroe soviético, una novela lleva mi nombre. Soy yo Taratuta.
notaste entonces el poder de nombrar y ser nombrado,
su dicha pasajera,
el misterioso camino oculto en ello.

Le habrás respondido o no, Quodlimán,
eso es algo que sobrepasa mis límites de tejedor de encuentros,
sólo sé que te veías triste
y que nada en el mundo te haría ir a Beirut o Sofía,
al registro civil,
a Buenos Aires o Málaga,
en busca del encuentro, la identidad, el horizonte,
la tapa del water divide al fuera del dentro,
la tapa del water es una lamentable metáfora.

Si tan solo le hubieras dicho:
Ah, hombre inútil hombre,
que lee a los sentidos,
que lee sus propios nombres inventados,
metafísica-movimiento-circularidad-
literatura-alma-humanidad-
inútil, incierto, incendiario, Quodlimán,
en vez de eso, sólo te me escapas del recuerdo,
tu imagen, como a ti, se evapora al momento de la respuesta.

La Pasión del Poeta

(Éste texto puede leerse bajo esta feliz ecuación: Poeta > Jesús / escritura > camino / palabra > cruz. También puede leerse con el humor típico de un viejo lector de Garfield)

Dicen que la escritura (ese desdén humano ante lo convenido) acecha siempre a aquella sombra que promete juguetona detrás de la palabra (esa bonita herramienta tan perfumada y elegante, con talco en el culo), le avienta un lazo cual vaquero de Marlboro pero falla, le dispara como sheriff del mismo pueblo y no le atina, le echa los cuernos a la cara como una vaquilla loca y paf, ésta a su vez se vuelve un torero andaluz que alzarán en hombros.

También dicen que la escritura propicia el acercamiento o la lejanía, el alumbramiento o el retraimiento, que devela, revela, oscurece. Que es bonita, pues (tan bueno que cae siempre un poema de amor en una noche llena de estrellas).

Mientras tanto el poeta, resignado, ve el espectáculo un domingo cualquiera desde un palco de la plaza y lo admite: su célebre OH tal vez ha sido y será siempre abreviatura de un lastimoso y tierno OUCH.

16 marzo 2005

Pensamiento oculto de un ciego frente a un cuadro de Van Gogh


Ah, imagen trémula
trémula de vibraciones.


Tú, apareces
como aparece la tardanza en el tiempo,
muñeco invisible
con los hilos muy dentro del silencio oscuro.

Dentro grito,
dentro ademán de un hombre trazando un Dios,
trazándose Dios,
entre ellos y yo no debe haber diferencia alguna.

Sea absoluta esta mira:
algo ahí es, que soy yo, y que me existe,
que me vibra,
que estalla.

y Existe
aunque jamás el amarillo conozca

(te conozco, amarillo (y naranja y cian)
y conozco tu imagen, pintura
Real el aire frío
que mueve la flor del jarrón
Real el beso

perpetuo de mis párpados matriz
y yo y el otro Real
reSignación
Conocimiento

04 marzo 2005

18 al segundo (viejo cine)

1. LA MÚSICA: El cuestionamiento tal vez ya dé hueva pero no deja de estar vigente, ¿qué sería de las emociones, de esas partes importantes para cada uno de nosotros, del curso diario de estar vivos, sin éste signo en particular? La música nos vive. Sentirla es ingresar un poco a nosotros mismos, un encuentro con nuestra identidad absurda y absoluta. También es muerte porque todo este contacto transcurre fuera de nuestro convencional entendimiento. En mi caso, aún así pasen los años y los descubrimientos, algo tienen Procol Harum, Portishead y Daniel Santos que me hace atender a las estrellas del cielo.

2. EL ANÁLISIS EXACERBADO: De chico me repetían que me tomaba la vida muy en serio, que pensaba mucho las cosas. Tiempo después intenté la visceralidad-conciente, el ser espontáneo y tomar desiciones sin pensar, fue mi época más aburrida.

3. LA PANZA DE MI MUJER: Cada jueves voy con ella a un curso de profilaxis organizado por la ANIPP, momento que, aún sin buscarlo, desata lo mejor de mis emociones. Qué maravillosa resulta esta clase de investigación, lo que sucede en el desarrollo del útero durante el embarazo es mucho más simbólico y estético que todo el cine nacional moderno junto (salvo Bajo California). Esperamos a nuestro hijo para finales de Abril.

4. LA LITERATURA: Donoso, Bolaño, Borges, Gorostiza, Salinas, Tablada, Elizondo, Millás, Summers, Vila-Matas, Bellatín, Cortázar... risas, respeto y resonancias. (rumbas y rémoras, incluso)

5. LOS SEGUROS: Contratos de mutua responsabilidad (tip: sin duda alguna, GNP es la de mejor servicio, tanto a su fuerza productora y laboral, como a sus clientes).

6. LA CIUDAD: La maldita irrumpe, tapa el sol, hermosa se alza como el agua a una nube, atestigua impasiblemente, no desde fuera de la ventana ni desde dentro, sino como la ventana misma. Y sin embargo, y debido a todo ello.

7. EL CAFÉ: Música líquida. Erotismo de verdad.

8. LOS CENTROS COMERCIALES: Ágoras de pacotilla modernos... reunámonos al punto de escaparate – sharon y sara llevan carro – zara no es vara – lo mejor son los mezcla-arriba y los discos torre – en plaza bahía hay una tienda donde hay camisas de manga corta tipo new wave de mil pesos – en +kota luego se andan muriendo los animales – ah, pero esos cinezotes – y esas viejas – y el pasareleo constante – la ropa interior de los maniquíes con desatinadas frases provocativas – las tristes tallas cero – quiero un cono de maconals, anda, vamos – y yo insisto, quarry debería llamarse guarry – qué le llevo al beibe – los cafés más raros se dan ahí – sears se pronuncia si’rs Todos nos volvemos un aparador. Tal vez se comienza a modelar una nueva naturaleza humana.

9. EL ANACENTRISMO:

10. EL JAZZ Y EL CIGARRO: Como meras imágenes chafas y virulentas de la clase de hombre que nunca he podido ser.

11. LA LECTURA: Cerca de mi nueva casa hay un terreno viejo y bardeado al que me gustaba ir saliendo de la preparatoria, alguna vez me fui de pinta sólo a comprar un disco de Bowie para luego ponerme a leer El Lobo Estepario enfrente de él (preparatoriano aburrido ávido de clichés a fin de cuentas). En su momento tal terreno comunicaba, ahora comunica algo distino, así como los recuerdos, así como Hesse, así como los paseos: la mejor forma de entrar en una comunicación ineludible.

12. LA INTUICIÓN: Pero no un análisis exacerbadamente racional, sólo exacerbado, todo es cuestionable, todo es relativo, todo es centro, todo es ilusión, pero de algún modo sé cuál es la frase siguiente, qué clase de negocio propio es por el que tengo que luchar, qué tan bien sustentadas están las desiciones tomadas, llámense Claudia, llámense Adriano, llámense Portales, administración, consumo.

13. LA MELANCOLÍA: La presencia del hombre distante y encorvado, lejos, muy lejos de todo aquello fuera de él y que sin embargo también es él mismo.

14. LA POCA GENTE A MI ALREDEDOR: Links links links links links links links links.

15. LA FOTOGRAFÍA: Casi nunca una cámara lista aguardando en la mochila del viaje diario, pocas fotos disponibles, cero portafolios, y sin embargo fotógrafo, dado al buen encuadre, claro, a los juegos de líneas y de profundidad y esas cosas tan vistas, eso sí, jamás al mexicanísimo maguey o al cáctus sabio, mucho menos a la vendedora llena de arrugas de las calles de Mesones o 16 de Septiembre (o Juárez, más fácil), de la plancha del Zócalo, pero sí, y siempre, al hechizo habitual, la imagen condensando los recovecos de la belleza diaria, ya pondré ejemplos, alisten sus altares.

16. LOS ANTEOJOS: Sin ellos no veo nada.

17. LA COMIDA: El pan, la pasta, la cantonesa, la comida extraña, sé que no estoy subiendo tanto de peso como debería, sé que éste año es el año del gallo (yo soy gallo) y que por ende es buena época de emprendimientos y realidades, sé que después de estar con mi mujer todo el día me dan muchas ganas de disfrutar lo que ceno, sé que el chiste de estar aquí, respirando, consumiendo, reaccionando, es tan llano como decir “estar felices”, no sé por qué se empeñan algunos en quitarle esa simpleza a la vida, la comida me ha recordado últimamente que soy un tipo feliz, espero que a mi mujer le guste también mi panza.

18. LOS INTERSTICIOS: Implotemos todos hacia la génesis del instante.