05 marzo 2006

El agua detenida

“El alquimista quería trastocar los metales en busca del lapis philosophorum, oro, piedra filosofal, soberano quantum al modo atómico de Demócrito, que poseyera el fluir dialéctico de Heráclito, el devenir en que cantase el número pitagórico y, volviendo a Demócrito, que comprendiese que en ese oro el ser y el no-ser, son. El poeta, nuevo alquimista –alquimia de la palabra en Arthur Rimbaud– ha de hallar en la poesía una búsqueda aprehensiva del mundo, un ejercicio cognoscente en el que todas las fuentes son de agua de vida. El agua debida a Thales de Mileto, forma el espejo donde el ser (Narciso, el poeta) mira, se mira, admira su imagen y ella se trastoca en imago mundi, la imagen lo fecunda, y como poseso, siente en él las fuerzas del cosmos integrándose en expresión, verso, poema. Todas las fuentes son venero para la poesía.”

Así comienza su ensayo el poeta cubano Virgilio López Lemus acerca de José Lezama Lima: cubano cronopio que tendió puentes con otros escritores, no necesariamente de la época, sí necesariamente universales, aquellos que han entrevisto que en el poema no hay nada qué aportar como historia o moraleja, no hay nada qué decir al respecto del hecho concreto de la vida que no se haya dicho ya (y de mejor forma) a través de otros lenguajes. En ese caso el poema alejaría al hecho difícil de (pronunciar) la poesía, lo poético. El poema no tiene por qué ser igual a esos otros lenguajes existentes como el político, mediático, artístico, etc. aunque abreve de todos ellos: la vida misa. Tiene que ser equivalente a todo tocando temas “distintos”, no temas que queden claro sino temas que provoquen una sospecha en quien los lee y quien los escribe: esa devoradora ansia de integración en la Unidad. No ficción, sólo imagen.

“Lezama prefería no ser comprendido, sino aprehendido, o sea, él no quería que se llegara a entender su polisémica obra, como se entiende racionalmente lo objetal o el lenguaje matemático, sino que se ejercitase la intuición, que se fuese al poema mediante aquella idea de que es posible, porque es imposible”.

Aquí va a la mitad del ensayo y entonces descansar en la salvedad de lo convencional, de lo que ya existe por otros como fórmula de vida, se reafirma como un hecho imposible que hace que la poesía no deje de ser vigente, no por el hecho de los libros que se venden o la enseñanza al respecto en las escuelas, sino por la vuelta al origen que escritores como Lezama y ensayistas como López Lemus buscan explicar sin explicarlo: el ser que se encuentra con su potencial: absurdo, absoluto, pasajero y universal.

Momento de los ejemplos (nótese el cuidado con el que Lezama parece descuidado (más que comunicar una idea hace que se escuche el crack de una cachetada metafísica (cosa de no-buscar-entender como estamos condicionados a hacerlo!!!))):

Sobre un grabado de alquimia china

Debajo de la mesa
se ven como tres puertas
de pequeños hornos,
donde se ven piedras y varas ardiendo,
por donde asoma el enano
que masca semillas para el sueño.
Encima de la mesa
se ven tres cojines grises y azules,
en das de ellos hay como figuras geométricas
hechas con huevos irrompibles.
Al lado un jarrón sin ornamento.
Pedazos de leña por el suelo.
Un hombre curvado con una balanza
pesa una cesta de almendras.
La varilla de ébano
alcanza de inmediato el fiel.
El hombre que vende
teme a los tres pequeños hornos
que se esconden debajo de la mesa.
Por allí deben salir
las figuras esperadas
que vendrán cuando el pesador
logre el centro de la canasta.
A su derecha el hombre que contempla
absorto al pesador,
juega con unos pájaros.

El ensayo en cuestión: Imagen versus palabra: Apuntes sobre la poética de José Lezama Lima. Virgilio López Lemus, poeta, ensayista, crítico y traductor cubano.
Tomado de: Voz Otra. Revista Iberoamericana de poesía y crítica. No. 2 Enero-Febrero 2006.

02 marzo 2006

Dedicar un poema, una canción o un libro entero, es demostrar que las "equivalencias" existen fuera de las (mal llamadas) ciencias exactas: yo pienso en ti como alguien distinto pensaba en otra persona.

Yo quiero dedicar este fragmento de poema a mi novia porque no sólo es una "equivalencia" en lo personal sino también en la persona de ella: este fragmento define su momento actual de la forma en que ni yo ni ella pudimos haberlo expresado. Su muy particular y personal momento de transición. Su pálpito de vida que le hace ser autocrítica, tener conciencia y emprender hacia su propia libertad.

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Yo, Ilusionista, empavorecida
por la clavícula enhiesta
y el omóplato por cielo, preferí
la lanza roma del conjunto, la toda
vestidura: entre mis carnes crecí,
gramo abajo, gramo abajo,
en Atlántida secreta.

María Rivera, 35 kilos o declaración de amor al estilo rococó (fragmento)