20 octubre 2008

Acerca del recuerdo en Alejandro

Alejandría era la tradición, Alberta una ciudad cosmopolita.
de la mezcla de dos charlas distintas escuchadas en la estación Centro Médico

La búsqueda era un signo al cual nos adheríamos con esperanza, con ánimos de belleza, con discursos de toda índole que casi siempre tenían que ver con la noche. Nos buscábamos de maneras muy obvias: íbamos a nuestras casas, a la plaza central, al bar de siempre. Aunque también hubo una búsqueda más secreta, operación exquisita que consistía en adentrarse en nuestros mundos, siempre más de ochenta. Yo descubría entonces tu manía por hacer de la música un happening habitual que interfería siempre con tu memoria, con tu mirada, con tu escritura. Tú descubrías mis fantasías, ánimos de gastronomía y arquitectura que habrían de conjugarse con los juegos de palabras, las largas caminatas, las mujeres de moda. Quedarme en tu casa como si fuera mía. Necesitar siempre de un vino, improvisar copas. Generar figuras con la música que se elige de fondo. Hablar de hacer literatura como causa para luego dejarnos hacer por ella como efecto. Nos succionaba un mismo laberinto. Ansias de sismo o belleza. Nos dábamos oro y el Sol nos regía. Nos saludábamos a mitad de un jardín. Tal vez el único reclamo sea el por qué no te gustaron más los Cocteau Twins, Paul Buchanan, los boleros *** Te echo de menos, amigo, ciertamente *** Y a veces siento que te veré desembarcar a mitad de un paisaje porteño, pongamos que Veracruz, luego de una profusa estancia en París.

19 octubre 2008

EXTRACTO

Indiferente,
Así somos el que regresa
Y el que espera esa vuelta,
El ser saqueado que a la orilla vuelve
Y la orilla ignota y saqueante,
Lo uno y lo otro,
Separados por el clavo de la conjunción,
Esto y aquello, el rostro que se apaga
Y lo que al fin nos dice y nos desliza
En el olvido,
Quebrando las costillas de la barca,
Las costillas del cielo y de la mente,
Definitivamente la ilusión
En el estallido final de la claridad.


(de un poema de José Carlos Cataño)

18 octubre 2008

EXTRACTO

Al paso del tiempo,
al tejer la tela rota,
percibí que los dos lados eran
ilusorios,
que no había más división
de la que yo fomentaba
o ideaba.

Percibí que la tierra toda
es una,
que le pertenecía yo,
que era de ella y no de un solo lado,
de ella,
que era ciudadana de ella
entera,
y me reconcilié conmigo,
con ella,
con ellos.


(de un poema de Nicole Diesbach)