05 enero 2008

LECTURA Y TESTIMONIO

No una felicidad beata, más bien una potenciación.
Julio Cortázar

La primera vez que leí Rayuela comprendí que no sólo quería ser escritor. A diferencia de otras anécdotas en las que un cuadro, una película o un libro te incitan a ser pintor, cineasta o escritor, Rayuela fue para mí el detonante de un universo donde la única frontera posible era la frontera que se abre, la insinuación de los absolutos, la deslimitación de la realidad.

A partir de esta lectura, un sinfín de posibilidades me fueron dadas, como si un pequeño cubo comenzar a desdoblarse desde un sueño y fuera cubriendo de a poco todo el espacio, inclusive el de los despiertos.

Sueño, desdoblamiento, cubo, nada de eso servirá para darme a entender, ¿cómo hacerlo si lo que quiero decir es que comprendí que esto que vivo es a la vez fragmento y absoluto, realidad y sueño, unidad formada de unidades? Para eso la lengua no sirve, en general ningún lenguaje servirá porque no se puede explicar lo intemporal con estos medios temporales con los que contamos, no se puede abarcar lo verdadero con la finitud de estos medios como la palabra misma, que por más que sea el medio redentor por excelencia, propiciador de todo lo humanamente posible, no deja de tener un límite, una frontera donde lo verdadero no alcanza a pasar.

Rayuela habla recurrentemente de sospechas, guiños, intersticios, instancias de realidad que están siempre ahí, determinando que lo real es algo más que lo convencional –la pasta de dientes y el diario, la oficina y las fiestas, el dinero y trabajar para comprarse un carro, una casa, un traje–, algo más que no se comprenderá con un razonamiento profundo, una acumulación de datos o una serie de doctorados en el extranjero, tampoco con la mera intuición o con la palabra, pero de algún modo se puede comprender, asimilar, vivir, aunque se nos escape al primer razonamiento, al primer intento de captura.

En definitiva, lo que suena insistentemente en la cabeza (como el cantar de las aves por las mañanas) luego de involucrarse con esta novela, es comenzar a buscar esos signos y significados luminosos por cuenta propia, descifrar nuestros propios mandalas hasta volvernos locos, no una locura beata sino una potenciación, una locura que sea la del arcano 22 del Tarot: el Loco lo es luego de haber emprendido un camino de búsqueda desde el arcano 1 (el Mago: la transformación, la alquimia), su locura es la conciencia de sí mismo, el Loco sabe que ha traspasado fronteras, sabe qué hacer con su conocimiento, está ligado consigo y con lo otro, con el otro, su camino no es ya el de la duda ni el del ego, sino el de la fe y la unidad.

Por todo ello, querer ser escritor luego de leer y releer Rayuela, es como creer que llenar un vaso con agua de mar es apropiarse del mar entero. (Y aquí cabría citar a Perse: ¡Amor, amor que tan alto tienes el grito de mi nacimiento, que es de amar en marcha hacia la Amante! Viña vendimiada sobe toda playa, beneficio de espuma en toda carne, y canto de burbujas sobre las arenas... ¡Homenaje, homenaje a la Vivacidad divina!)

5 comentarios:

nocherniego dijo...

Hola, soy Luis Vargas. Un gusto conocerte, ya había oído y leído acerca de ti. Por Claudia por supuesto y en algún momento con Paulina. Voy a leer lo que publicas en la red, ya te haré llegar mis comentarios. Mientras un saludo y pues la presentación que estoy seguro nos hará después conocernos mejor y compartir ideas, juicios y discusiones. Hasta pronto y estamos en contacto.

c. dijo...

hay lugares llenos de recuerdos a los que nunca más voy a poder volver, hay libros llenos de manos que nunca más voy a poder leer, eso me pasa con Rayuela y un gusto y es un dolor al mismo tiempo... y tanto tiempo, espejel, tanto tanto tanto tiempo, un abrazo, c.

Alejandro Palizada dijo...

"comprendí que esto que vivo es a la vez fragmento y absoluto, realidad y sueño, unidad formada de unidades."

...Hermosa frase...
y luego:
"es como creer que llenar un vaso con agua de mar es apropiarse del mar entero"

entonces ¿no vale ese fragmento como una metáfora de la totalidad?
¿no puede aceptarse que el mar sea ese vasito copeteado con agua y arena?

ah, viejo,... lo fascinante de ese libro es que enseña a mirar desde puntos tan contradictorios y a la vez tan complementarios.

Pedro J. Sabalete Gil dijo...

Leí Rayuela cuando era demasiado joven y no le saqué el jugo apropiado; este verano leí al Cortázar de Cronopios y estoy verdaderamente fascinado. Me da que sería un gran momento de volver a Rayuela.


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Saludos.

Diego dijo...

Estuve recorriendo tu blog y preferí detenerme acá, porque Rayuela ha sido una de mis lecturas inolvidables. Siempre vuelvo sobre ella para releer algún fragmento. Como dice el profesor de la película "Lugares comunes", es una de la historias de amor más desgarradoras. Un abrazo y gracias por tu visita.