22 marzo 2005

La Pasión del Poeta

(Éste texto puede leerse bajo esta feliz ecuación: Poeta > Jesús / escritura > camino / palabra > cruz. También puede leerse con el humor típico de un viejo lector de Garfield)

Dicen que la escritura (ese desdén humano ante lo convenido) acecha siempre a aquella sombra que promete juguetona detrás de la palabra (esa bonita herramienta tan perfumada y elegante, con talco en el culo), le avienta un lazo cual vaquero de Marlboro pero falla, le dispara como sheriff del mismo pueblo y no le atina, le echa los cuernos a la cara como una vaquilla loca y paf, ésta a su vez se vuelve un torero andaluz que alzarán en hombros.

También dicen que la escritura propicia el acercamiento o la lejanía, el alumbramiento o el retraimiento, que devela, revela, oscurece. Que es bonita, pues (tan bueno que cae siempre un poema de amor en una noche llena de estrellas).

Mientras tanto el poeta, resignado, ve el espectáculo un domingo cualquiera desde un palco de la plaza y lo admite: su célebre OH tal vez ha sido y será siempre abreviatura de un lastimoso y tierno OUCH.

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