21 agosto 2006

El vacío, tierra fertil

A Guanajuato lo elegí al azar, de manera aleatoria, con un dedo apuntando a una mirada sin ojos. Me fue elegido. Y a veces pienso en los entramados de elecciones así, capaces de cambiar trayectorias. Yo no tenía mucho qué hacer ahí. Sentía que ser un poco forastero me caería bien. Quería tomar vino y hablar de cine, que me prestaran discos de acid jazz y probar alguna droga, tener sexo y olvido, cerros y color local. Quería ser otro.

Y al final, quién diría que Guanajuato era la tierra-propia del encuentro-desencuentro, tal vez por ser la propia-tierra, por ser un lugar cúbico, capaz de concretar lo que al interior somos sus habitantes: personas sin nombre, sin rostro, que gustamos del flexo, la luz amarilla, el espacio pequeño, lo transitorio, lo efímero, lo nulo.

Es difícil echar raíces en Guanajuato aunque enamorarse sea fácil (o tal vez por eso), pero siempre te enamoras de una persona que se va, como tú lo harás alguna vez, porque nadie puede sobrevivir en Guanajuato, si te quedas ahí te mimetizas cantera, vampiro de cantera, zombie de cantera.
A menos que escapen juntos, como es mi caso, y verte de nuevo en casa, con un poco más de identidad luego del vacío, fórmula apta si quieres tu nombre más allá del Registro Civil.

1 comentario:

jAz dijo...

Hola querido Alberto, un placer leerte y detenerme a comentar en este post, hablando de Guanajuato no me puedo quedar callada, concuerdo contigo: nuestras elecciones cambian nuestras trayectorias (o al menos les dan una perspectiva diferente), aquí en fácil conocer gente nueva e interesante de todas partes del globo, personas de las que aprendes, con quienes compartes y te diviertes, de quienes te encariñas, muchas se van después de algún tiempo, y las extrañas agradeciéndole a la 'casualidad' el haberlas conocido, aquí se va en bienvenidas y despedidas, aunque al final así es la vida: transitoria, cambiante, efímera, unos llegan, otros se van, algunos permanecemos, en el recuento final este pequeño lugar geográfico entre cerros, falto de ortogonalidad urbana, se convierte en el lugar del encuentro-desencuentro, en un vórtice común...

Mi experiencia con la ciudad es diferente, yo por el contrario tengo mis raices en Guanajuato, vaya a donde vaya, lo llevo conmigo, pese a todo no he logrado cortarme el cordón umbilical, pero ese es 'mi Guanajuato', y no tiene nada que ver con el tuyo ;)

Un abrazo de esta vampiresa de cantera en proceso!