
son pocos los segundos los que le llevaría al cerebro para inventar recuerdos, para recrear sensaciones, placeres, enojos que jamás sucedieron, y entonces confrontarse con la convencional realidad y darse cuenta que lo que parece ser toda una vida de 24 años en realidad es una invención excelentemente estructurada en quince segundos
evidentemente algo así me sucedió hace poco, cuando, un poco antes del amanecer, me desperté incierto yendo al espejo buscando respuestas sin poder reconocerme en él, me repetía que claudia, sofía y los libros, pero no veía nada en esos ojos que también me veían, tuve miedo de que claudia fuera una amiga de la universidad y que su hija fuera sólo suya, que yo fuera ahí un extranjero, un bárbaro, un intruso, un recuerdo perpretado por, no sé, tal vez yo mismo que desde el ordenador facturaba un cuento que no acabaría
qué se puede decir después de todo ello . claro, me sentí mal . pero ya en calma y en mi sala de dos mil pesos que rechina por jugar con mi perra minitoy, y con un par de trapos con agua fría en la frente y el ombligo, ví que no había sido tan fútil aquella experiencia (la cual no recordaba si acababa de suceder o sucedió años atrás, cuando deliré a solas en el fraccionamiento san javier, detrás del castillo), sentí en las gotas de sudor cada una de las letras de mi nombre, lo material me trajo certeza, identidad, comí yoghurt, tenía hambre
se sueña con viajar a la velocidad de la luz, pero ¿qué hay con intentar viajar a la velocidad del pensamiento? . al parecer el año 3000 es una cifra tentativa para desmenusar una posible teconología en base a esa inquietud, sólo que antes habría que superar este 2005 tan perturbante, y ni qué decir del acuoso 2012 (profético 2012), el cual parece que va emergiendo como sólo emerge el amanecer desde la parte más oscura de la noche, como sólo emerge la palabra desde la zona más silenciosa de la idea