22 marzo 2005

Quodlimán

-Tú ¿crees que importan...?
-¿Qué?
-Los nombres. Yelisavetgrad, por ejemplo.
-Sí. Mucho. En muchos sentidos.
José Donoso, Taratuta


Ah, hombre inútil
que lee las piedras esperando señales,
que lee a los átomos y lee al tiempo,
que se echa entera la enciclopedia del azar
y le pone mote a los puntitos brillantes de arriba,
lejos, muy cerca de aquí, nosotros, los nombrados.

Quodlimán, solías buscarte en la forma archisabida,
reflejo celeste,
consecuencia celeste,
desterrado celeste
o perpetuo celeste, Quodlimán,
nombre inútil,
nada te descubría,
sólo eras Quodlimán.

Pilares, pilares del hombre.
El agua a mitad de la roca,
el fuego implotado del viento.
Lee bien lo que te digo:
la razón ritmea, sí,
siempre en lo más invisible.

Pero Taratuta, el inocente,
el que sería capaz de cruzar mar y cielo,
el que alzaría al horizonte mismo como a la tapa del water,
en busca del encuentro, la identidad,
ese inocente de inocencia, de no culpable,
ese pretexto literario para hablar de los temas inagotables,
se acercó a ti y te dijo:
Yo soy Horacio Carlos Taratuta Roserman, personaje de José Donoso, mi abuelo fue un héroe soviético, una novela lleva mi nombre. Soy yo Taratuta.
notaste entonces el poder de nombrar y ser nombrado,
su dicha pasajera,
el misterioso camino oculto en ello.

Le habrás respondido o no, Quodlimán,
eso es algo que sobrepasa mis límites de tejedor de encuentros,
sólo sé que te veías triste
y que nada en el mundo te haría ir a Beirut o Sofía,
al registro civil,
a Buenos Aires o Málaga,
en busca del encuentro, la identidad, el horizonte,
la tapa del water divide al fuera del dentro,
la tapa del water es una lamentable metáfora.

Si tan solo le hubieras dicho:
Ah, hombre inútil hombre,
que lee a los sentidos,
que lee sus propios nombres inventados,
metafísica-movimiento-circularidad-
literatura-alma-humanidad-
inútil, incierto, incendiario, Quodlimán,
en vez de eso, sólo te me escapas del recuerdo,
tu imagen, como a ti, se evapora al momento de la respuesta.